Introducción

Como se establece en el artículo 45 de nuestra Constitución: Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.

Estamos convencidos que la mejor manera de disfrutar de nuestros recursos naturales pasa por conocerlos. Teniendo en cuenta esta idea hemos intentado reflejar en esta página, de una manera comprensible, cómo se produjo el proceso geológico que dio como resultado la formación del territorio de Getafe.

El Patrimonio Geológico es una parte fundamental de nuestro patrimonio natural, se define como conjunto de recursos naturales geológicos de valor científico, cultural y/o educativo, ya sean formaciones y estructuras geológicas, formas del terreno, minerales, rocas, meteoritos, fósiles, suelos y otras manifestaciones geológicas que permiten conocer, estudiar e interpretar: a) el origen y evolución de la Tierra, b) los procesos que la han modelado, c) los climas y paisajes del pasado y presente y d) el origen y evolución de la vida. (Art. 3.38 de la Ley 42/2007 sobre Patrimonio Natural y Biodiversidad).

El conocimiento de nuestro Patrimonio Geológico nos permite comprender el significado de los paisajes geológicos que vemos hoy en día, su divulgación permite identificar la riqueza geológica de nuestro municipio y ayuda a su conservación. Como bien se recoge en la Declaración Internacional sobre los Derechos de la Memoria de la Tierra:

La superficie de la Tierra es nuestro ambiente. Éste es distinto, no sólo de aquél del pasado, sino también del futuro. Ahora somos compañeros de la Tierra, y sus guardianes momentáneos.

Formación de la Península Ibérica

A lo largo de casi 4.500 millones de años el relieve de la Tierra ha ido evolucionando como resultado de la acción combinada de los movimientos de la corteza terrestre y de la erosión. Se estima que entre 380 y 300 millones de años, a causa de uno de estos movimientos de las placas tectónicas, se unieron varios continentes dando lugar al supercontinente Pangea, llamado así por Alfred Wegener (1880-1930), principal autor de la teoría de la deriva continental.

A finales del Paleozoico (Carbonífero y Pérmico), con la formación de Pangea se produce un levantamiento de varias cordilleras (orogenia Varisca), una de ellas será el origen de la Península Ibérica. Este sector más antiguo de la Península se ha denominado Macizo Varisco Ibérico o Macizo Hespérico. Durante el periodo Pérmico los sistemas montañosos son sometidos a una gran erosión, los ríos y las precipitaciones torrenciales erosionan las cordilleras y los sedimentos se acumulan en las pequeñas cuencas que se han formado entre los relieves montañosos. El macizo comenzó a convertirse en una meseta inclinada hacia el este.

Durante todo el Mesozoico continuó perdiendo altura con la erosión, con ello los ríos pierden su energía y forman llanuras que llegan al mar. En los bordes del macizo se van  formando cuencas continentales donde los ríos depositan gravas, arenas y arcillas.

El mar invade varias veces el macizo por el este formando una plataforma poco profunda donde se acumulan grandes espesores de calizas. Al final de Mesozoico (Jurásico y  Cretácico) el relieve del macizo Ibérico se ha convertido en una extensión ondulada con bosques de coníferas y praderas de helechos, del antiguo macizo sólo quedarán algunas cordilleras graníticas resistentes a la erosión, los ríos continúan depositando grandes cantidades de sedimentos en las plataformas donde desembocan y en éstas además se depositan grandes cantidades de restos de organismos marinos que van formando rocas carbonatadas (calizas, dolomías y margas).

A inicios del Cenozoico (Paleógeno) se produce la orogenia alpina, se levantan nuevas cordilleras, los sedimentos que se habían depositado en las plataformas que rodeaban el macizo Ibérico se pliegan, así surgen los Pirineos y la cordillera Ibérica.

Por otra parte, las cordilleras graníticas, más duras y rígidas,  que quedaron del antiguo macizo se fracturan dando lugar a bloques elevados que forman el macizo Galaico, el Sistema Central, los Montes de Toledo, Sierra Morena y la mitad norte de la cordillera costero Catalana. Entre ellos se encuentran una serie de bloques hundidos que dan lugar a la cuenca del Ebro, la del Duero y la del Tajo.

Estas cuencas quedan aisladas y funcionan como cuencas endorreicas en las que los ríos no encuentran la salida al mar. Los aportes hídricos únicamente desaparecerán por infiltraciones o por evaporación lo que favorece la concentración de sales.

A finales del Neógeno (Plioceno) los relieves dejaron de crecer, la erosión que les afecta hace que sus sedimentos se vayan depositando en los bloques hundidos mencionados colmatando estas cuencas interiores. También en este periodo comienza a iniciarse un basculamiento de la Península Ibérica hacia el oeste, hacia el océano Atlántico. Las cuencas del Duero y Tajo, hasta entonces endorreicas, comienzan a dirigir sus aguas hacia el oeste produciéndose el drenaje que tenemos en la actualidad.

A comienzos del Cuaternario (Pleistoceno) se inician los periodos de glaciaciones en Europa. En la Península Ibérica los hielos llegaron a los sistemas montañosos del norte, al Sistema Central y a Sierra Nevada, en ellos los glaciares han excavado circos y valles en forma de U. Las glaciaciones también originaron ascensos y descensos del nivel del mar.

Ya en el Holoceno las cuencas fluviales están conformadas como en la actualidad, los ríos vierten sus aguas a las tres vertientes: Atlántica, Mediterránea y Cantábrica. Éstos continúan formando llanuras fluviales y en relieves altos muchas veces se encajan formando profundos cañones. La Península sufre un levantamiento en general que hace que las costas se eleven, aparecen rasas costeras y playas levantadas.

La Comunidad de Madrid

Como se ha mencionado, a finales del Paleozoico se produce la orogenia Varisca, formándose una cordillera en lo que hoy conocemos como Sistema Central de la Península Ibérica; las Sierras de Guadarrama y Somosierra formarían parte de este sistema. La creación de estos nuevos relieves obligó al mar a retroceder y las rocas que antes ocupaban el fondo marino quedaron expuestas, es el caso de los gneises y esquistos (rocas metamórficas) y de las pizarras y cuarcitas (rocas sedimentarias), otras como el granito (rocas plutónicas) se produjeron durante la propia orogenia.

Sin embargo durante en el Mesozoico, en un proceso que duró más de 200 millones de años, estos sistemas montañosos se fueron erosionando. Comenzaría un nuevo proceso de sedimentación que abarcaría hasta el final del Cretácico, durante este periodo los ríos transportan y depositan arenas, calizas y dolomías en las costas y mares tropicales de entonces. A la vez se produce un ascenso generalizado del nivel de los océanos y el mar terminó por invadir progresivamente esta zona del Macizo Ibérico, el actual territorio de Madrid y Segovia. En este mar cálido proliferaron invertebrados marinos (esponjas, moluscos, celentéreos, gasterópodos, braquiópodos, equinodermos, etc.) y vertebrados (peces, tiburones, dinosaurios, etc.). Los restos de la fauna marina se depositaron entre las arenas, fangos calcáreos, algas calcáreas y fragmentos microscópicos de caparazones. Cuando posteriormente se consolidaron, dieron lugar a las rocas que podemos observar hoy en día: areniscas calcáreas y dolomíticas, calizas, dolomías y margas.

En el Paleógeno se produjo la orogenia Alpina, parte del antiguo Macizo Ibérico volvió a elevarse (Sistema Central y Montes de Toledo)  y surgen nuevas cadenas montañosas como el Sistema Ibérico. Se formó una extensa cubeta sin salida al mar (endorreica) denominada Cuenca del Tajo que a su vez se subdivide en dos: Cuenca de Madrid y Cuenca de Loranca, ambas separadas por la Sierra de Altomira. La Cuenca de Madrid estaba limitada al norte y oeste por el Sistema Central (Gredos, Guadarrama, Somosierra), al este por la Sierra de Altomira y al sur por los Montes de Toledo.

Al mismo tiempo que se iban formando los nuevos relieves, éstos se erosionaban. Los torrentes y ríos que entonces bajaban de las sierras del Sistema Central arrastraban sedimentos; los más gruesos (gravas y arenas), se depositaban al pie de las montañas, el resto (limos, arcillas y sales disueltas) iban a sedimentarse en los lagos y zonas pantanosas que ocupaban las zonas centrales de la Cuenca de Madrid. Concretamente en el tercio sureste de la Comunidad destacan los yesos y calizas depositados en los lagos y charcas por la evaporación del agua o por la acción de seres vivos. El continuo aporte de materiales y la evaporación favoreció la colmatación de esta cuenca interior al final del Mioceno.

En el Plioceno comienza el progresivo drenaje de la Península Ibérica hacia el Océano Atlántico. La Cuenca de Madrid pierde su carácter endorreico debido a la erosión remontante del río Tajo, los ríos conducen sus aguas hacia él con lo cual empieza a llevarse los sedimentos de esta zona hacia el océano, como en la actualidad, dando lugar a las morfologías que vemos ahora.

Todo este proceso de erosión en laderas y montañas, transportando los materiales por los valles fluviales hacia el mar, se viene desarrollando desde el Plioceno y durante el Cuaternario (Pleistoceno y Holoceno) hasta nuestros días. Los procesos geológicos permanecen hoy igual de activos que hace millones de años.

Formación del territorio de Getafe

Getafe se sitúa en la cuenca sedimentaria del Tajo. Esta cuenca se ha ido rellenando desde su formación al final del Cretácico hasta la actualidad debido a la erosión de las cadenas montañosas que la rodean.

La parte superior de nuestro subsuelo está formado por materiales pertenecientes al Mioceno. Los sedimentos que encontramos en nuestro municipio se corresponden con los que predominan en el centro de la Cuenca de Madrid, son sedimentos químicos de naturaleza evaporítica y carbonatada (yesos y calizas) que se formaron en los lagos y charcas a medida que éstas iban perdiendo el agua debido a los procesos de evaporación.

En el Plioceno aumenta la aridez del terreno y comienza un período erosivo que da lugar a la formación de cauces fluviales que vierten en otros principales, acelerándose la erosión. Sin embargo esta erosión no fue uniforme, en algunas zonas debido a la dureza de sus materiales quedaron algunas formaciones geológicas como testigos de la antigua cuenca, este es el caso de los cerros de la Marañosa, el cerro de los Ángeles y el de Buenavista.

Ya en el período Cuaternario el clima se enfría y la red de drenaje adquiere su aspecto actual. Así durante el Pleistoceno y Holoceno se conforman los terrenos situados en la parte Este del término municipal, entre las formaciones destacan las gravas de relleno de los canales fluviales, y los limos y arenas de las llanuras de inundación fluvial.

La geología de Getafe

Las rocas que forman el territorio de Getafe, como se ha mencionado, son de tipo sedimentario.

Las más antiguas pertenecen al Mioceno, se encuentran sobre todo en la parte Central y Oeste del municipio y en menor medida hacia el Sureste, entorno a las zonas más elevadas de la Marañosa. Se originaron como consecuencia de la evaporación de disoluciones acuosas sobresaturadas en los lagos y charcas de las cuencas interiores; hay que recordar que esta zona era una cuenca endorreica, cerrada, el agua y sus sedimentos permanecían en su mayoría sin desembocar en una red fluvial, formando por ello un paisaje pantanoso. Podríamos deducir que estos lugares estuvieron cubiertos por lagunas salinas extensas y poco profundas.

En estas zonas predominan los siguientes tipos de rocas sedimentarias:

  • Yesos masivos, yesos especulares y margas yesíferas (1).
  • Arenas micáceas (6).
  • Areniscas feldespáticas (8)
  • Arenas micáceas, margas grises, margas blancas y yesos laminares (4)
  • Nivel de sílex (7) (9)
  • Margas blancas, calizas, arenas y yesos laminares (3)

Al Este del municipio, entorno a Perales del Río y en las márgenes del río Manzanares y  del arroyo Culebro, predominan las rocas del Cuaternario (Pleistoceno y Holoceno), son las formaciones geológicas más recientes. Aquí encontramos rocas que han sido transportadas, son sedimentos fundamentalmente fluviales; ya se ha mencionado que en este periodo la cuenca dejó de ser endorreica, las aguas de los ríos y arroyos vierten ahora hacia el Tajo. Los rellenos de esa cuenca se situaban a unos 800 metros de altitud sobre el nivel marino por lo que se originó una importante actividad erosiva de las redes fluviales conformándose una serie de terrazas y vertientes escarpadas. Se forman depósitos en los que predominan los siguientes tipos de rocas sedimentarias:

  • Gravas, arenas, arcillas y limos (13)
  • Gravas, arenas y limos (14)
  • Coluviones, arcillas yesíferas, yesos y sílex, calizas (19)
  • Llanura de inundación, limos, gravas y arenas (22)
  • Aluviales de fondo de valle, arcillas yesíferas, arenas, arcillas (24)

Mirando a nuestro alrededor, interpretando el paisaje y las rocas y sedimentos que forman su sustrato, podemos comprender la historia geológica de la Comunidad de Madrid y de nuestro municipio en particular. Todo ello con el objetivo final de promover su conservación, por ello es necesario identificar, valorar, conservar y divulgar nuestro Patrimonio Geológico con el fin de favorecer su utilización y disfrute sostenibles.

Hidrografía de Getafe

La red fluvial que encontramos en nuestro municipio la forman fundamentalmente el río Manzanares y su afluente el arroyo Culebro.

De los 92 km de longitud que tiene el río Manzanares 9,5 km discurren por la parte más oriental de nuestro término municipal.

El arroyo Culebro, tiene su origen en la laguna de Mari Pascuala situada en el Parque de Polvoranca, dentro del término municipal de Leganés, recibe aportaciones de un importante acuífero de Madrid. De sus aproximadamente 25 km de longitud, 16,5 transcurren por la zona sur de nuestro municipio.

Como cauce menor tenemos las aguas que de forma estacional descienden por los 2 km del Barranco de Filipinas, cuyo origen está en las laderas de los cerros de la Marañosa, al sureste del término municipal.

Una vez que la Cuenca de Madrid dejó de ser endorreica y sus aguas comenzaron a ser transportadas hacia el Atlántico se empezarían a formar las primeras terrazas fluviales del Manzanares; comienza un proceso que va a culminar con la formación del paisaje que vemos en la actualidad.

Hay que recordar que el punto de partida era una gran superficie de sedimentos acumulados hasta finales del Mioceno. Ahora, en el Pleistoceno, las aguas del río Manzanares y de los arroyos comenzarán a discurrir hacia el Jarama y éste hacia el Tajo, en este proceso se van erosionando unas zonas y sedimentando otras, de esta manera comienzan a encajarse los cursos de las corrientes de agua y se van formando terrazas fluviales.

Se han llegado a formar trece terrazas en el valle del río Manzanares y diecinueve en el Jarama, las alturas de éstas pueden variar entre unos pocos de metros hasta más de 200 m sobre el nivel actual de estos ríos. Donde mejor podemos observar las terrazas del Manzanares en su aspecto natural es precisamente a su paso por nuestro término municipal, ya que aguas más arriba éstas han sido prácticamente desmontadas por la acción humana.

A su paso por Getafe el valle que forma el río Manzanares es de carácter asimétrico, en su margen izquierda predominan los escarpes en Yesos con alturas cercanas a 60 m, mientras que en su margen derecha se desarrollaron Terrazas Complejas. Entre Villaverde Bajo y la actual desembocadura en el Jarama, encontramos una serie de terrazas que han sido denominadas las Terrazas Complejas del Butarque y del Culebro o Terraza Compleja del Manzanares. Este tipo de terraza pone en valor toda esta zona y ha sido motivo de numerosos estudios.

Reproducimos literalmente la explicación  que aparece en la Web del Grupo de Investigadores del Parque Lineal (GIPL) sobre la formación de las terrazas complejas y su diferencia con las escalonadas.

Una terraza compleja es la que presenta los niveles invertidos y solapados, justo al contrario que una escalonada, disponiéndose los más antiguos abajo, cubiertos por los nuevos. Los ríos, al atravesar estas tierras yesosas, sufren de constantes filtraciones que acaban por abrirse paso en canales subterráneos bajo el cauce de éstos, al disolver el material de yeso. Estos cauces subterráneos terminan por hundirse, plegando el terreno y rellenándolo con nuevos sedimentos.

Como veremos más adelante este tipo de terrazas son muy importantes desde el punto de vista paleontológico, tanto es así que han sido protegidas legalmente bajo la figura de Bien de Interés Cultural y también se encuentran dentro del ámbito de conservación de la Ley sobre el Parque Regional en torno a los ejes de los cursos bajos del ríos Manzanares y Jarama; más recientemente se constituyeron grupos de investigación pluridisciplinar (arqueólogos, geólogos, paleontólogos y paleobotánicos) con el objetivo de actualizar el conocimiento de las ocupaciones humanas pleistocenas en la Cuenca de Madrid.

Bibliografía y fuentes consultadas