Caricatura del Marqués de Salamanca

Los inicios del trayecto de ferrocarril Madrid-Aranjuez se sitúan en el 7 de junio de 1830, cuando el Marqués de Pontejos y varios socios más solicitan al Rey Fernando VII la concesión de esta línea.

Sin embargo no será hasta abril de 1844 cuando el Gobierno de González Bravo, concede al Ingeniero D. Pedro de Lara la línea de Madrid-Aranjuez. Se creó un grupo empresarial presidido por el Duque de Castro Terreño con importantes aportaciones de capital de relevantes miembros de la alta sociedad de la época. Junto con esta concesión se les da otra provisional para la línea de Aranjuez-Alicante.

Como es lógico la Sociedad se centra principalmente en la línea de Madrid-Aranjuez. Se constituye la Sociedad "Caminos de Hierro de Maria Cristina" con un capital social de 20 millones de reales.

Los cálculos realizados para conocer el coste total de la línea no fueron los correctos y se necesitaba más capital que aportó D. Jose de Salamanca, próspero industrial y hombre de negocios de la época.

En el mes de octubre de 1844 cumplía el plazo de aportaciones documentales (proyecto, capital disponible, adquisiciones, etc) y la Sociedad no los tenia, por lo que se pidió una prorroga, que le fue concedida, hasta febrero de 1845, fecha en la que se dió por caducada la concesión ante la falta de los planes y documentación de la misma.

Ante el fracaso de la Sociedad "Caminos de Hierro de Maria Cristina" se crean dos concesiones diferentes:

  1. La línea de Madrid a Aranjuez en manos de Don José de Salamanca y Mayol.
  2. La línea de Madrid a Valencia en manos de una empresa con capital inglés

Salamanca deposita en el Banco de Isabel II los 6.100.000 reales que exigía la concesión de la línea, en Títulos de la Deuda del 3%, como garantía. Contrata a dos ingenieros españoles y a uno ingles, que modifican el viejo proyecto de D. Pedro de Lara. Salamanca obtiene la concesión definitiva por 99 años y también exenciones arancelarias para la compra de materiales en el extranjero.

Se constituye la empresa "Camino de Hierro de Madrid a Aranjuez" con un capital de 45 millones de reales, que permitirían cubrir el coste de la línea de 48 kmts que separaban la capital del Real Sitio de Aranjuez, cuyo presupuesto de coste de construcción se valoró en 44.972.465 reales, previendo unos beneficios del 4,22%.

La variación en el proyecto inicial, cuyo trazado se cambió, hizo que se estuviese a punto de incumplir el plazo de inicio de las obras. También influyó la tardanza de las adquisiciones del material móvil.

Las locomotoras (locomotrices decían) se compraron en Inglaterra y Bélgica. Los ingenieros de caminos fueron españoles: D. Pedro Miranda y D. Carlos Mª de Castro.

Cuando en Mayo de 1.846 se iniciaron los trabajos, los socios de la Compañía desembolsaron el 50% del capital comprometido.

Inglaterra y Francia sufren en 1846 una crisis financiera en la que arrastran a media Europa y con ellos a España, la Bolsa se hundía y los Bancos pierden liquidez.

Salamanca cubre los pagos pendientes para no paralizar la obra y al poco tiempo es nombrado Ministro de Hacienda, de cuyo puesto se valió para beneficiar a sus amigos y a sus empresas.

Como los socios de la Empresa, ante la crudeza de la crisis, no aportan el 50% restante, la situación del Banco de San Fernando, que avaló la operación, se ve comprometida y no le queda más remedio que asumir el pasivo generado por la misma.

A causa de sus poco claras actuaciones, el Congreso le abre una investigación, surge un golpe de Estado y Salamanca se ve obligado a exiliarse a Francia. Las obras se suspenden durante 16 meses, hasta que una amnistía del Gobierno de Narváez le permita regresar en 1849.

En junio de 1851 Salamanca solicita la concesión de la línea Aranjuez-Alicante. El Gobierno mueve ficha y en 1852 Salamanca se ve obligado a vender al Gobierno la línea de Madrid-Aranjuez por 60.200.000 reales de vellón, pero en 1855 la venta queda cancelada.

Finalmente el Estado obliga a Salamanca a devolver 111,5 millones de reales, abonándole por la de Aranjuez-Almansa 78,9 millones de reales, resultando la operación deficitaria para Salamanca y sus socios.